Foto: Saludo de los intérpretes al final de la representación.
Música de Giovanni Paisiello
Libreto: Giuseppe Petrosellini
Dirección musical: Xavier Puig
Dirección escénica: Joan-Anton Sánchez
“Orquestra de l’Acadèmia del Gran Teatre del Liceu”
Il conte: Marc Sala
Rosina: Laura Sabatel
Don Bartolo: Xavier Mendoza
Don Basilio: Joan Sebastià Colomer
Figaro: Toni Marsol
Svegliato/notario: Pablo López
Giovinetto/Alcalde: Albert Cid
Iluminación: Xavier Valls. Vestuario y escena: Mireia Costa. Maquillaje y peluquería: Peluquería Miquel Carreras. Producción ejecutiva: Antonio Colomer/La Porta Clàssica. Coproducción: Òpera dels tres rals/FOBnc.
FESTIVAL D’ÒPEREA DE BUTXACA I NOVES CREACIONS
L’AUDITORI, Barcelona, 29 de noviembre de 2006.
Ayer noche asistí al estreno del Barbiere de Paisiello con gran interés pues no había tenido hasta ahora la oportunidad de conocer esta ópera que, en su tiempo, la segunda mitad del XVIII, fue una de las obras más representadas y exitosas. Claro que después vino el Barbiere de Rossini y el de Paisiello se fue eclipsando progresivamente hasta que dejó de representarse durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. A partir de aquí “resucitó” de manos de I Virtuosi di Roma y desde entonces no ha dejado de representarse y sorprender al público por su calidad musical y teatral.
La ópera se representó en la sala de música de cámara del “Auditori”. La primera dificultad que tuvieron que lidiar los organizadores fue la del espacio. No hay lógicamente foso orquestal, de manera que hubo que ubicar a la orquesta por detrás del espacio escénico. Éste, de pequeñas dimensiones y ovalado (ver foto) fue utilizado sin decorados salvo unos cuantos muebles de atrezzo: un piano, sillas, etc. Lo demás corría a cargo de la iluminación y del buen hacer de los cantantes/actores. El resultado, dadas las circunstancia, fue bueno y se pudo mostrar claramente a la audiencia el desarrollo de la acción, quedando especialmente bien resueltas las partes cómicas de la ópera.
Foto: Una escena del último acto.
Desde el punto de vista musical, el hecho de situar a la orquesta detrás de la escena, hacía que el director estuviera de espaldas a los cantantes. Para paliar esa dificultad, los solistas tenían en frente y a nivel del suelo, cuatro monitores de TV, conectados a una cámara que enfocaba frontalmente al maestro. A pesar del truco, en algún momento, pocos, quedó algo desajustada la concertación entre voces y orquesta. En general, pero, la conjunción fue bastante buena. Xavier Puig dirigió con autoridad, flexibilidad y elegancia musical ofreciendo una lectura más que digna de la obra de Paisiello. La "Orquestra de la Acadèmia del Gran Teatre del Liceu" estuvo a la altura de lo que se esperaba con una buena prestación a excepción de la mandolina que sonó de verdadera pena. Una de dos, o el músico era muy deficiente o tenía artritis en los dedos. Me inclino más por la primera opción.
En cuanto a los cantantes, el conjunto resultó satisfactorio exceptuando al intérprete de
Don Basilio, Joan Sebastià Colomer que todavía está bastante verde. No olvidemos que estamos hablando de jóvenes cantantes y no debemos ser demasiado estrictos en el análisis de sus prestaciones, pero aún así hay que decir, creo, las verdades. Quizás el barítono Toni Marsol en el papel de
Fígaro lució unas mejores facultades vocales y teatrales, aunque, todo hay que decirlo, la voz le sonaba algo engolada. Xavier Mendoza en el papel de
Don Bartolo cantó con seguridad y una voz bien proyectada. Laura Sabatel, soprano ligera que encarnaba a
Rosina, cantó con musicalidad y buen gusto, estando especialmente agraciada en la preciosa aria del segundo acto, al final de la escena con el maestro de música. Esta inspirada página melódica que juega con la alternancia del canto y la prestación contrapuntística de dos clarinetes y fagot fue una verdadera delicia. Marc Sala, que encarnó al
Conde de Almaviva, hizo una eficaz prestación con su timbrada voz de tenor ligero. Logradísima la escena cómica de Don Bartolo con los personajes
Svegliato y
Giovinetto.
El público, que llenaba la sala, agradeció con sonoros aplausos y vítores la buena prestación de todos los participantes.
Una buena velada para descubrir una ópera magnífica con una digna interpretación. Totalmente recomendable.