
Ayer domingo por la tarde asistí, en el Liceu, a la representación de Andrea Chénier, de Umberto Giordano, que tuvo lugar bajo el siguiente reparto:
Andrea Chénier: Fabio Armiliato
Carlo Gérard: Anthony Michaels-Moore
Magdalena de Coigny: Daniela Dessì
Bersi: Marina Rodríguez-Cusí
Condesa de Coigny/Madelon: Viorica Cortez
Roucher: Miguel Ángel Zapater
Pietro Fléville/Foquier Tinville: Enric Serra
Mathieu : Philip Cutlip
Icredibile : Francisco Vas
El abate: Josep Ruiz
Schmidt/Mayordomo: Vicenç Esteve Corbacho
Dumas: Manel Esteve Madrid
Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu
Dirección del Coro: José Luis Basso
Dirección musical: Pinchas Steinberg
Dirección de escena y escenografía: Philippe Arlaud
Producción: The New National Theatre Foundation-Tokio
El día 14 de octubre tendré ocasión de ver el encabezado por Cura, Voigt y Álvarez y, por supuesto, les informaré puntualmente. Entre las pasadas producciones del Liceu, recuerdo con mucho cariño la encabezada por Josep Carreras (para mi el último gran Chénier), Montserrat Caballé y Joan Pons en la temporada 1979-80.
La puesta en escena de esta producción cuenta con una escenografía estilizada con movimientos rotativos que componen diversos espacios y con un leiv motiv siempre presente: el perfil inclinado del filo de la guillotina. El vestuario, también estilizado, juega con el color blanco como hilo conductor. Los vestidos de la nobleza en puro blanco, los del pueblo con motivos rojos y azules añadidos. Al final de los actos se componen escenas que quieren recordar algunas pinturas famosas como “La Libertad guiando al pueblo” de Delacroix. Indefectiblemente, acabada la música de cada uno de los cuatro actos, se oye el ruido de caída del cortante de la guillotina.
Fabio Armiliato, a quien habíamos visto ya, en este mismo teatro, en Aida, Tosca, Madama Butterfly y Manon Lescaut, poseedor de una buena voz de tenor lírico o lírico-spinto, tiene una peculiar manera de cantar. Hay una clara separación entre el registro central y grave y el registro agudo, al que accede apoyándose en la nota anterior, abriendo la garganta y colocando con un audible salto la voz arriba. Dicho en otras palabras: se quiebra la línea de canto a cada momento. Ello que es muy molesto en el belcanto o en la ópera verdiana, se vuelve aceptable o pasable en el verismo, en el que cuenta más la interpretación dramática, el volumen vocal y los agudos impactantes que la finura becantista. Armiliato exhibió una voz bien proyectada con agudos contundentes pero también con expresividad, musicalidad e impecable afinación y arrancó sonoras ovaciones del público en el “Improviso”, en los dos duetos con la soprano y en el aria del último acto “Come un bel di di maggio”.
Daniela Dessì, esposa de Armiliato en la vida real, también harto conocida del Liceu, lució una voz de soprano lírico-spinta muy bien puesta y de color bellísimo especialmente en la media voz y cantó la parte de Magdalena de Coigny con gran expresividad, musicalidad y tensión dramática. Obtuvo también una gran ovación al final de los dos duetos y tras la conocida aria “La mamma morta”.
El barítono británico Anthony Michaels-Moore cantó con autoridad el papel de Gérard, con un italiano irregular, pero con recursos vocales contundentes y exhibió su vocalidad en la célebre aria “Nemico della Patria…” que cantó con pasión y, como diría el Dr. Colomé Pujol, con “enjundia”.
Francisco Vas que dió vida al personaje “Incredibile” dió, como siempre, un recital de buen hacer escénico y vocal.
La veterana e incombustible mezzo Viorica Cortez encarnó el doble papel de Condesa (madre de Magdalena) y Madelon con voz firme y dúctil a la vez , siendo su prestación escénica dramáticamente creíble.
Los demás participantes estuvieron todos a la altura de las circunstancias.
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