dijous, 8 de juny del 2006

La muerte súbita en los cantantes


La casuística de muerte súbita entre los cantantes es realmente poco conocida, aunque contamos con suficiente documentación sobre algunos casos históricos como el del gran barítono norteamericano Leonard Warren que moría súbitamente en el Metropolitan de Nueva York, el 4 de marzo de 1960, mientras interpretaba la Forza del Destino” de Verdi, exactamente entre el aria del tercer acto “Urna fatale...” y la cabaletta que la sigue. Otro caso documentado es el del tenor italiano Arnoldo Lindi, fallecido el 8 de marzo de 1944 en la Ópera de San Francisco, mientras cantaba el aria “Vesti la giubba...” de I Pagliacci de Leoncavallo (información facilitada por Jaume Tribó).

Foto: Leonard Warren
El esfuerzo de cantar en una situación de isquemia miocárdica puede desencadenar una arritmia maligna (taquicardia y/o fibrilación ventricular) y provocar un paro cardíaco. Éste, si no es atendido inmediatamente de forma correcta, provoca irremisiblemente la muerte. Y la manera correcta de tratar un paro cardíaco por fibrilación ventricular es aplicando un shock eléctrico sobre el tórax del paciente con un aparato llamado desfibrilador. La desfibrilación debe ser aplicada lo más rápido posible, ya que por cada minuto que pasa se pierde un 7-10% de esperanza de vida, y, por tanto, debe ser practicada antes de 8-10 minutos, después de los cuales los resultados son prácticamente nulos. Por ello es necesario disponer en los teatros de aparatos desfibriladores. De hecho, deben estar en los teatros y en todos aquellos lugares donde haya aglomeración de gente.

Foto: uno de los dos desfibriladores semiautomáticos de que dispone el Gran Teatre del Liceu (foto del autor).

En el Liceu, estando yo de responsable médico, y ya desde de la inauguración del nuevo teatro, conseguimos dos aparatos desfibriladores semiautomáticos con el personal entrenado para hacerlos funcionar, con reciclajes anuales que nos permitían a todos estar al día de las últimas directrices del ”European Resucitation Council”. Asimismo, teníamos establecidos protocolos que nos permitían estar en cualquier lugar del teatro antes de tres minutos del aviso. Desde finales de noviembre del 2005 ya no tengo responsabilidad médica alguna en el Teatro, aunque espero de mis sucesores la misma política “desfibriladora”.

En caso de no disponer de desfibrilador, hay que realizar las maniobras de soporte vital básico: ventilación artificial y compresión torácica durante el tiempo que haga falta hasta que llegue el desfibrilador.

Fue gracias a la “Fundació Mil·lenni - Mútua General de Catalunya” y a la colaboración de Asepeyo que se pudo dotar al Teatro de estos aparatos, siendo los pioneros del programa “Difusió dels desfibril·ladors semiautomàtics a Catalunya” dirigido por el Dr. Josep Brugada y con el apoyo del Dr. Valentín Fuster de la ”American Heart Association”, y todo ello sin ningún dispendio por parte del Teatro.