Un condicionante ambiental de importancia para la óptima ejecución de un/una cantante, es la acústica de la sala donde actúa, en especial si se trata de un cantante novel con poca experiencia. El cantante agradece una cierta reverberación que facilite el retorno de la voz , es decir, que la voz le vuelva de manera que, percibiéndola, le permita calibrar exactamente el consumo de aire óptimo para la ejecución. Una sala sorda, o sea una sala que hace que el cantante no se oiga o no se oiga lo suficiente, hará que inconscientemente emplee más aire (o “apriete”) y se fatigue antes de lo previsto, a menos que se trate de un profesional de amplia experiencia, habituado a todo tipo de circunstancias.
Ello es fácilmente constatable en los concursos de canto, donde uno puede captar la "agonía" de algunos aspirantes y, por poco sensible que uno sea y por poca empatía que tenga, lo pasa realmente mal.
Por cierto, Juan Pedro, le doy toda la razón. Peor que una tos o un estornudo es oir desenvolver un caramelo, sobretodo si el papel es de celofán. Y como parece que a los caramelívoros les queda algún resto de conciencia de que no obran bien, van cometiendo el "delito" poco a poco, como escondiéndose, bajan las manos entre las piernas para que no se les descubra y mantienen la vana y estúpida esperanza de que así harán menos ruido, con lo que el proceso se alarga peligrosamente y la irritación de uno se hace eterna. Creo que en un momento álgido, a media aria del tenor, oir esa cosa horrenda puede llegar a ser motivo de infarto para un espectador sensible. He podido incluso comprobar en algún caso, que el "delincuente" hace ver que tose primero para tener la escusa de sacar el caramelito después.
¡Qué desastre!
Ello es fácilmente constatable en los concursos de canto, donde uno puede captar la "agonía" de algunos aspirantes y, por poco sensible que uno sea y por poca empatía que tenga, lo pasa realmente mal.
Por cierto, Juan Pedro, le doy toda la razón. Peor que una tos o un estornudo es oir desenvolver un caramelo, sobretodo si el papel es de celofán. Y como parece que a los caramelívoros les queda algún resto de conciencia de que no obran bien, van cometiendo el "delito" poco a poco, como escondiéndose, bajan las manos entre las piernas para que no se les descubra y mantienen la vana y estúpida esperanza de que así harán menos ruido, con lo que el proceso se alarga peligrosamente y la irritación de uno se hace eterna. Creo que en un momento álgido, a media aria del tenor, oir esa cosa horrenda puede llegar a ser motivo de infarto para un espectador sensible. He podido incluso comprobar en algún caso, que el "delincuente" hace ver que tose primero para tener la escusa de sacar el caramelito después.
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