dilluns, 27 de novembre del 2006

El fervor de la perseverança, de Carles Santos



Carles Santos y un ferviente y perseverante admirador (yo mismo) al final de la representación de "El fervor de la perseverança".
Fotografía de Montse Colomé .

Dirección: Carles Santos. Dirección artística: Carles Santos y Mariaelena Roqué. Música: Johannes Brahms, Friderik Chopin, Tomas Luis de Victoria, Richard Wagner y Carles Santos. Movimiento: Toni Jodar. Iluminación: Raimon Rius. Sonido: Damián Bazin. Vestuario y caracterización: Mariaelena Roqué.
Intérpretes:
Anna Ycobalzeta: actriz
Claudia Schneider: mezzosoprano
Carles Santos: piano
Teatre Lliure de Barcelona
FESTIVAL D’ÒPERA DE BUTXACA I NOVES CREACIONS
Domingo 26 de noviembre a las 18:30 h.

Queridos blogueros operísticos,

Después de haber asistido al espectáculo-ópera de Carles Santos en el “Teatre Lliure” de Barcelona, dentro del “Festival d’Òpera de Butxaca i Noves Creacions”, he quedado tan anonadado, en el sentido altamente positivo de la palabra, que no sé si voy a ser capaz de transmitirles como quisiera el sentimiento de íntimo disfrute y admiración que alcancé durante el espectáculo. Un disfrute que une a la vez la risa desatada, la emoción del buen canto, la buena interpretación pianístico-musical y la admiración por el trabajo de una actriz de primerísimo calibre. Y como fuerza motriz que todo lo impregna, la increible capacidad creativa de Carles Santos.

Han pasado ya muchos años desde que asistí por primera vez a un espectáculo de Carles Santos. Fue el titulado “Beethoven, si tanco la tapa què passa?” en el Teatro Poliorama de Barcelona. El impacto fue total. Por un lado, la tremenda hilaridad que me produjo la declamación de aquellos monólogos y diálogos absolutamente carentes de sentido pero al mismo tiempo cargados de una fuerza “telúrica” (como diría Aurora Carreras) tremenda y de una estética rompedora no apta para clásicos ortodoxos y pusilánimes. Nunca podré olvidar aquel “…pitupatupííí” agónico al final de un monólogo interpretado genialmente por el músico-actor Agustín Fernández. Luego vinieron otros montajes, cuyo nombre ahora no recuerdo. Hubo uno en el “Centro Cultural de La Caixa” que constaba de diversas escenas, una de las cuales consistía en una declaración amorosa en verso, por parte del mismo Carles Santos arrodillado, que empezaba con “Sargantaneta del meu cor…” dirigido a un Agustín Fernández vestido de fallera valenciana. Creo que nunca he reído tan a gusto en mi vida. Después vinieron “Te xina la fina petxina de Xina” y tantos otros. El último espectáculo que vi fue “La Pantera Imperial” en el antiguo Teatre Lliure, hace ya algunos años.

Volver a ver a Santos ahora ha sido como un rejuvenecimiento. Un refresco en la íntima concepción artística músico-teatral de uno. Sigue siendo un creador-rompedor y el paso de los años no hace mella en su frescura creativa. Sigue tan joven en sus planteamientos como hace 30 años o más. No voy a describir el espectáculo. Otros lo han hecho ya mejor de lo que yo podría: no se pierdan la crítica de Aurora Carreras en el Blog del Festival de Butxaca i Noves Creacions. Creo, en fín, que Carles Santos es un creador y como tal no puede ni debe ser definido. Definir a los creadores equivale a limitarlos y, si me apuran, hasta a negarlos.

Claudia Schneider, que ya conocía del Liceu donde la había visto interpretar pequeños papeles (creo que la última vez fue en “L'Enfant et les Sortilèges” de Maurice Ravel), me sorprendió gratísimamente. Posee, además de una bonita, dulce y expresiva cara, una bellísima y cálida voz de mezzosoprano muy bien puesta y cantó los lieder de Wolf y Wagner con concentración, exquisita musicalidad , dicción y expresión. Como actriz resultó muy convincente. Me he quedado con las ganas, y así se lo manifesté al final, de verla y oírla cantar un recital entero de lieder.
La actriz Anna Ycobalzeta estuvo enorme en su interpretación, casi siempre desnuda, de esa especie de “mujer-fuerza primigenia-visceral”
Foto: Santos con Claudia Schneider a su derecha y Anna Ycobalzeta a su izquierda.

Señores, ¡No se pierdan esta obra por nada del mundo! Me lo van a agradecer.

dilluns, 20 de novembre del 2006

Lucia di Lammermoor en el Liceu




Foto: Producción de Lucia di Lammermoor, dirigida escénicamente por Robert Carsen en el Liceu. Inicio del segundo acto. Fotografía de Antoni Bofill.


Esta tarde he acudido al Liceo para asistir a la representación de Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti, con libreto de Salvatore Cammarano. Esta ópera considerada cumbre del romanticismo belcantista se ha presentado bajo el siguiente reparto:
Lord Enrico Ashton: Anthony Michaels-Moore. Lucia: Mariola Cantarero que ha substituido a Edita Gruberova, de baja por enfermedad. Sir Edgardo di Ravenswood: Josep Bros. Lord Arturo Bucklaw: Vicente Ombuena. Raimondo Bidebent: Giacomo Prestia. Alisa: Mireia Pintó. Normando: Josep Fadó. Dirección de escena: Robert Carsen. Producción: Ópera de Zurich. Dirección musical: Josep Caballé-Domènech. Gran Teatre del Liceu. Domingo 20 de noviembre de 2006.

La presentación escénica, producción de la Ópera de Zurich, es de aquellas que, bajo mi punto de vista, no aportan nada interesante a la comprensión de la obra. Con la excusa de ilustrar el caótico pensamiento de Lucia, se ha hecho un decorado a base de unos módulos de verticalidad torcida (ver foto).
La dirección de actores es buena y el vestuario es de aquellos que, pretendiendo ser intemporales, parecían situar la acción hacia principios o mediados del siglo XIX. Debo decir, en justicia, que por lo menos a mí esta producción no me ha molestado para nada: no aprecié contradicción entre escena y música.

Permítanme, en lo referente al capítulo musical, hablar primero de la dirección y concertación de Josep Caballé-Domènech, porqué condicionó, como es lógico, el transcurso de la representación. Siento tener que decirlo, pero la dirección fue toda ella sosa y aburrida, sin tensión alguna y ocurrió que páginas tan bellas como el sexteto “Chi mi frena in tal momento…” pasaron sin pena ni gloria, con un final precipitado quizás por la manía de querer hacer los sobreagudos que, como es lógico no pueden, a menudo, alargarse como sería de desear. Pero es que además, el final con sobreagudos, que por cierto no están escritos, no resulta musicalmente tan redondo como el final original.
En síntesis, toda la magia de la ópera se perdió en manos de la vulgaridad y aburrimiento del director.

Mariola Cantarero, conocida sobradamente en Barcelona, posee una bonita voz de soprano ligera con la seguridad técnica y musicalidad suficiente para quedar bien en el difícil rol de Lucia. Inició los primeros compases con la voz algo insegura pero se fue imponiendo progresivamente hasta el clímax del aria de la locura que cantó con musicalidad y buen gusto, luciendo agudos y coloratura con seguridad y eficacia. Culminó la escena con una gran ovación. Debo decir empero, que la justeza de la afinación se perdió, alguna vez, entre los amplios espacios de su vibrator.
Foto: momento del sexteto "Qui mi frena..." Fotografía de antoni Bofill.

Josep Bros que inició su carrera como tenor ligero y al que he seguido con admiración a lo largo de los 7-8 últimos años, porque es un señor que hasta ahora ha cantado excelentemente, presenta actualmente una voz que se ha hecho más lírica y más ancha. La musicalidad es exquisita y el fraseo es arrebatado y elegante a la vez (viene a recordar un poco, salvando las distancias, la manera de cantar de Carreras) pero su voz sigue sonando nasal. Y creo, desde mi modesto punto de vista, que no tiene necesidad alguna de poner la voz en dicho apéndice facial. Que la voz esté en posición alta y proyectada hacia delante no significa que deba sonar en la nariz. Y siento decir que hoy, por primera vez, Bros me ha hecho sufrir. En la conocida escena del cementerio, al final del “fra poco a me ricovero…” y después de alguna muestra de sufrimiento, el si natural ha salido roto. ¿Un accidente? Parece que no: a la salida, algún miembro de la orquesta me ha comentado que el incidente ha pasado en prácticamente todas las funciones. ¿Debe un tenor lírico-ligero, que hasta hace poco cantaba Los Puritanos de Bellini, sufrir para cantar la escena del cementerio de Lucia? Creo que Bros deberá reconducir el tratamiento de su vocalidad hacia otros derroteros, como por ejemplo, no ensanchando tanto el centro de la voz, buscando quizás más verticalidad y menos nasalidad. Creo que la probada inteligencia de Bros sabrá encontrar una buena solución al incipiente problema.

El barítono Anthony Michaels-Moore ha cantado un Enrico de vocalidad contundente, sobre todo en las frases y el aria de salida “Cruda funesta smania…” contundencia y seguridad que se ha mantenido a lo largo de toda la representación. El color de su voz no es maravilloso pero más que suficiente y, a pesar de su acento norteamericano, ha servido el personaje con intención dramática y prestancia escénica muy convincente.

Giacomo Prestia tiene una voz de bajo profundo grande y hermosa. Canta “alla italiana” y ha dado gran prestancia al personaje de Raimondo.

Vicente Ombuena en el papel de Lord Arturo no ha pasado de correcto. Mireia Pintó, que ha cantado el papel de Alisa, tiene una voz de mezzosoprano de gran calidad tímbrica, canta con intención y musicalidad pero tiene un problema que persiste desde que la oí la primera vez: su voz no corre y apenas se la oye. Lástima.

Josep Fadó ha cantado un Normanno convincente, con voz bien timbrada y segura.

En resumen, una Lucia sosa, desangelada y aburrida con momentos de buena vocalidad.

Estas óperas tan conocidas y tan difíciles de interpretar, o se hacen muy pero que muy bien y con un buen director que conozca a fondo el género, o es mejor no hacerlas. Ésta es mi opinión.

dissabte, 18 de novembre del 2006

La voz en relación a la edad y al sexo

Foto: Escolanía de Montserrat. Barcelona

Por la voz se distingue la edad del interlocutor. Instantáneamente se percibe la voz de un recién nacido, de un adolescente o la de un viejo. Durante el habla la frecuencia fundamental de la voz varía constantemente. La F0 (frecuencia óptima) es el nivel óptimo en el que la voz produce una frecuencia confortable, sin tensión ni esfuerzo alguno. La voz del recién nacido resulta muy aguda, la nota fundamental espontánea acostumbra a situarse cerca de los 450 Hz (hacia el La3), la del niño oscila entre 250 y 350 Hz, se agrava en la pubertad de las niñas hasta llegar cerca de los 220 Hz en la mujer adulta, y en los hombres se sitúa entre los 110 y 150 Hz.
La muda o cambio de la voz es un fenómeno asociado a los cambios hormonales que acae
cen con la llegada de la pubertad. La laringe infantil, a partir de la llegada de la menstruación en las mujeres, crece y las cuerdas vocales se alargan. Este período, muy rápido (de 3 a 6 meses), ocasiona, en algunas chicas, que las cuerdas vocales no cierren adecuadamente y les cueste soportar la nueva tensión muscular. Así, la voz resulta velada y con exceso de aire de los 12 a los 14 años. La voz de la mujer varía durante la vida y en el período fértil es cuando dispone de las mejores cualidades.

En el caso de los chicos, la aparición de la hormona testosterona que segregan los testículos da lugar a diversos cambios, entre los cuales destaca el crecimiento de la laringe al doble de su tamaño. Por tanto, el muchacho adolescente debe adaptar su voz a la nueva medida de sus cuerdas que se alargan y engordan. Este cambio suele presentarse entre los 14 y los 16 años. Tiene un período de
a) pre-muda de 2 a 4 años, donde la voz hablada se agrava progresivamente pero la voz cantada mantiene una extensión aceptable;

b) un período central, de muda vocal, de 2 a 4 meses, donde la voz se inestabiliza, produce gallos y las cuerdas se observan edematosas. Durante este tiempo es mejor cantar poco y suave, mientras se adaptan al cambio;
c)
post-muda que dura entre 2 y 4 años donde la voz se va asentando, va volviéndose progresivamente grave al menos hasta a una octava.
A partir de los 14-15 años la voz de la chica resulta ya estable, mientras que el chico no se estabiliza hasta los 18-20 a. A menudo los hombres utilizan la voz de falsete y la usan a lo largo de la vida. En la adolescencia resulta frecuente ya que con menos tensión y las cuerdas vocales entreabiertas consiguen un sonido piano y filado parecido al que obtenían con la voz infantil. La mayor parte de los muchachos, en esa época de cambio, se enorgullecen de su voz grave y procuran “ser más hombres” agravándola todavía más.
Muchos chicos que cantan, al perder las facultades vocales de forma brusca y no encontrar fácilmente una nueva forma de cantar, se refugian en la voz de falsete que les permite seguir cantando de manera aguda. Sin embargo, la voz de estas características no tiene intensidad ni buen timbre. Esta voz falsa, no tiene que ver con la voz de los falsetistas españoles, tenores sobreagudos que todavía existen y que pueden cantar muy agudo (al estilo de Antonio Molina), y que se hicieron muy famosos durante el Renacimiento. Este caso correspondería a una laringe adulta que se ha quedado pequeña en un hombre hormonalmente bien desarrollado.

Diferente es el caso de los eunucos y eviratti a los cuales se extirpaba los testículos antes de la pubertad para impedir que segregasen la hormona sexual masculina (Testosterona). Foto: Alessandro Moreschi: el último castrado, conocido como el "Angelo di Roma".
Resultaban estériles de por vida y la laringe no les crecía. Su cuerpo era masculino, ya que el resto de hormonas del crecimiento no estaban alteradas y su capacidad respiratoria y cavidades de resonancia eran adultas. Se sometían a un entrenamiento vocal desde niños y no tenían el problema de la muda de la voz. Por ello sus voces podían llegar a ser excelentes. A partir de finales del siglo XIX se abolieron estas prácticas salvajes y hoy en día sólo se extirpan los testículos en caso de enfermedades muy graves, resultando muy raro que ello tenga lugar antes de la adolescencia.
Actualmente, los contratenores usan la voz de falsete para conseguir un timbre y una voz aguda. En general, la voz hablada sigue siendo grave, por lo tanto el instrumento es adulto, pero prefieren mantener la voz de falsete a pesar de haber desarrollado una laringe adulta.

Desde la adolescencia hasta los 60 años, la voz se mantiene estable. En la vejez y a partir de los 60 en la mujer y de los 65 en el hombre, la nota fundamental espontánea se agudiza en el hombre, mientras que en la mujer se agrava. La voz senil se reconoce fácilmente, es más ronca y temblorosa, su resonancia e intensidad se encuentras reducidas, aumentan las pausas respiratorias y el habla se endentece. Ello es debido a un fenómeno natural. En el envejecimiento los cartílagos se osifican, los músculos y los ligamentos pierden elasticidad y la fatiga respiratoria impide un fraseo adecuado de la voz. La sordera ligada a la edad impide un buen control fono-auditivo. Las enfermedades como la artrosis, la hipertensión arterial, el deterioro mental o la diabetes, sólo por citar las más frecuentes en esa edad, se añaden al cuadro degenerativo local de la laringe. Este envejecimiento tiene relación con factores generales pero también con las hormonas sexuales y por ello difiere según los sexos.


Dra. Montserrat Bonet i Agustí. Otorrinolaringóloga y Foniatra. Profesora de la Universidad de Barcelona.
Escrito perteneciente al capítulo "Fisiología de la voz" del libro "Medicina del Canto" dirigido por Josep Rumbau (próximamente en Internet).

dilluns, 13 de novembre del 2006

ALMA. "Festival d'Òpera de Butxaca i Noves Creacions".

Foto: Los cuatro intérpretes de “Alma”, saludando al final de la representación. De izquierda a derecha: Dolors Aldea, David Casanova, Cristina Gamiz y Meritxell Argenté.

ALMA

“Companyia la trattoria Lirica”

Idea original: Elisenda Carrasco/Marc Rosich
Dirección musical: Elisenda Carrasco
Dramaturgia: Marc Rosich
Puesta en escena: Marc Rosich
Soprano: Maria Dolors Aldea
Soprano: Meritxell Argenté
Actriz: Cristina Gamiz
Piano: David Casanova
Espacio y vestuario: Eva Alonso e Ignasi Gatell
Iluminación: Matías Marcé
Capilla del “Convent dels Àngels” de Barcelona. Domingo 12 de noviembre a las 19:00 h.

Foto: un momento de la representación

Este espectáculo, que se ofrece dentro del marco del “Festival d’Òpera de Butxaca i Noves Creacions” dirigido por Toni Rumbau y Dietrich Grosse, responde a una dramatización sobre aspectos afectivo-artísticos de la vida de Alma Mahler basada en su correspondencia y recuerdos de su última etapa en Nueva York.

Siete canciones de la misma Alma Mahler ilustran el trayecto del espectáculo: Erntelied (Gustav Falke), Die stille Stad (Richard Dehmel), In meines Vaters Garten (Otto Erich Hartleben), Laue Sommernacht (Gustav Falke), Hymne (Novalis), Der Erkennende (Franz Werfel), Bei dir ist es traut (Rainer Maria Rilke) y Hymne an die Nacht (Novalis). Entre el 5º y 6º lied se interpretó un fragmento del Tristan e Isolda de R. Wagner: Isoldes Liebestod en un arreglo para piano solo.

La dramaturgia se desenvuelve a través del diálogo entre una madre narradora (Cristina Gamiz) y su hija (Meritxell Argenté), con alguna pincelada de una tercera persona (Dolors Aldea) que, en una posición más hierática, viene a representar a la misma Alma. Se glosan aspectos de la vida de Alma Mahler desde el punto de vista amoroso y artístico.

La interpretación de la actriz Cristina Gamiz, de grandes dotes histriónicas, fue brillante, buscando en todo momento la complicidad del público asistente, arrancando risas del respetable en los numerosos momentos de humor. Las sopranos Dolors Aldea y Meritxell Argenté secundaron eficazmente la dicción del texto.

Vamos ahora a hablar de la parte musical, que los que me conocen bien ya saben que es lo que más me interesa.

Esos lieder, de irregular calidad pero con una gran fuerza romántica, fueron compuestos por Alma Mahler (1879-1964) en su época de alumna de composición con Joseph Labor y Zemlinsky y antes que su primer marido Gustav Mahler la “convenciera” para dejar de componer. En aquella época no estaba bien visto que las mujeres ejercieran de compositoras y Mahler le impuso, como condición para casarse con ella, que olvidara sus intenciones creativas. Foto: Alma Mahler

La soprano Dolors Aldea es una conocida y veterana cantante que se ha especializado en el género liederístico. Su formación como cantante de lieder le viene de su etapa como alumna de Gérard Souzay en el Mozarteum de Salzburg. Posee una bella voz de soprano lírica muy bien puesta con dominio perfecto del pianísimo (fundamental para poder cantar lieder) y una gran sensibilidad que le permite “decir” las canciones que interpreta con una clara expresividad y exquisito sentido musical.

La también soprano Meritxell Argenté de tan sólo 12 años de edad canta, como es natural, con una voz blanca, aunque muy bien timbrada y con un volumen apreciable. Cantó con evidente musicalidad y una afinación increíble alternando partes de los lieder con Dolors Aldea.

El pianista David Casanova supo acompañar a las dos cantantes con sensibilidad y precisión y, a pesar de la mediocre calidad del instrumento, interpretó brillantemente la difícil partitura wagneriana destacando las distintas voces que querían emular la densa y compleja orquestación del compositor alemán.

Al final, entre las cálidas ovaciones del público que llenaba completamente la sala, el director escénico, el orondo y simpático Marc Rosich, salió a saludar vestido con una camiseta roja que ostentaba un huevo frito en la parte delantera. ¡Fantástico!

En resumen, una velada entretenida, culta y divertida. Totalmente recomendable.

dimecres, 8 de novembre del 2006

El vómito en el cantante


Merece especial interés hablar del vómito en el cantante. Alimentario o no, el vómito supone siempre una acción deletérea sobre la laringe del cantante, sobretodo si éste está cantando o debe cantar al poco rato. Es algo que se puede ver con cierta frecuencia en el día a día de un gran teatro, tanto en el transcurso de una representación o recital como durante los ensayos, en caso de intolerancia gástrica ante cualquier alimento o por una simple gastritis.

El contenido del vómito, por el hecho de venir del estómago, es portador de ácido clorhídrico. El ácido en contacto con la rinofaringe puede producir inflamación local que puede extenderse hasta la laringe provocando hipofonía.

Es por ello muy recomendable que inmediatamente después de un vómito, el cantante haga enjuagues y gargarismos con agua a fin de diluir al máximo la presencia de ácido en la rinofaringe.