En recuerdo de "Un Viaggio a Reims" muy bien presentado y mejor interpretado en el Liceu, hace ya unos cuantos años (marzo de 2003), les propongo esta cómica escena entre el tenor José Bros y la soprano Elena De la Merced. Debo decir que no conocía la vis cómica de Bros hasta que le vi en esta ópera y le felicité por ello.
La dirección escénica fue de Sergi Belbel y la musical de Jesús López Cobos. Recuerdo unos decorados fantásticos con piscina de agua climatizada incluída dónde, claro está, se bañaban los figurantes.
Recordemos que la acción de esta magnífica ópera buffa de G. Rossini se desarrolla en un balneario de aguas termales de la Lorena francesa en el que se reúnen un grupo de aristócratas que al día siguiente deben emprender viaje a Reims, donde está prevista la coronación de Carlos X. Cada uno de los personajes (una dama polaca, un general ruso, un coronel inglés, un comandante alemán, un noble español, un joven oficial francés, una huerfanita ciega, ...) son, a su vez, un estereotipo de las naciones de la decadente Europa del siglo XIX (época en la que Belbel traslada la acción y el vestuario de la producción por razones puramente estéticas). Una nobleza decadente que encuentra su contrapunto en la emergente burguesía encarnada por la propietaria del centro.
El resultado fue realmente bueno, de una gran comicidad, colorido y belleza plástica y excelente calidad vocal y musical.
La dirección escénica fue de Sergi Belbel y la musical de Jesús López Cobos. Recuerdo unos decorados fantásticos con piscina de agua climatizada incluída dónde, claro está, se bañaban los figurantes.
Recordemos que la acción de esta magnífica ópera buffa de G. Rossini se desarrolla en un balneario de aguas termales de la Lorena francesa en el que se reúnen un grupo de aristócratas que al día siguiente deben emprender viaje a Reims, donde está prevista la coronación de Carlos X. Cada uno de los personajes (una dama polaca, un general ruso, un coronel inglés, un comandante alemán, un noble español, un joven oficial francés, una huerfanita ciega, ...) son, a su vez, un estereotipo de las naciones de la decadente Europa del siglo XIX (época en la que Belbel traslada la acción y el vestuario de la producción por razones puramente estéticas). Una nobleza decadente que encuentra su contrapunto en la emergente burguesía encarnada por la propietaria del centro.
El resultado fue realmente bueno, de una gran comicidad, colorido y belleza plástica y excelente calidad vocal y musical.
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