
BON ANY NOU A TOTHOM!
¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!
Que el 2008 ens porti pau, il·lusió, salut, prosperitat, intel·ligència, amor, ... bona música i millor cant!
LLOC DE TROBADA, DISCUSSIÓ I INTERCANVI D'IDEES, INFORMACIÓ, ANÈCDOTES I EXPERIÈNCIES SOBRE TOT ALLÒ QUE FA REFERÈNCIA ALS TRASTORNS I MALALTIES DELS CANTANTS LÍRICS, AIXÍ COM DE L'ÒPERA EN GENERAL I ELS SEUS INTÈRPRETS. I, PER SUPOSAT, DE TOT ALLÒ QUE CREGUI CONVENIENT, VISIÓ CRÍTICA INCLOSA DE LES ÒPERES, CONCERTS O RECITALS QUE PUGUI VEURE.
Queridos blogueros operísticos,
El presente año acaba e, igual como les decía el año pasado por las mismas fechas, el mundo está que arde. Parece claro que la humanidad no sabe salir de sus inercias de tantos siglos de historia y sigue peleando y haciéndose matar por lo mismo de siempre o en nombre de lo de siempre. Mientras, el planeta está entrando en fase agónica pero parece que no importe a demasiada gente, aunque afortunadamente cada día hay más personas concienciadas.
E igual que el año pasado les vuelvo a decir ¡Señores, no se desanimen! Mientras haya quien haga música, escriba poesía o sienta el arte profundamente no estará el mundo del todo perdido porqué habrá sensibilidad. Sensibilidad para ver, para oír, para sentir, no sólo la belleza y el atractivo de la Naturaleza, sino también la profundidad de la conciencia humana, de la que todos formamos parte, con sus cortas alegrías y fugaces placeres pero también con su insondable sufrimiento. Y no me refiero al sufrimiento físico que también lo hay, sino y sobre todo al sufrimiento o dolor psicológico y al temor o miedo que están anclados en lo más hondo de nuestro ser. ¡Siéntanlo! No es su dolor o su miedo, ¡Es nuestro dolor y nuestro miedo! Común a toda la humanidad. Y si hay alguien que, en su inconsciencia, le parezca que no siente dolor o no tiene miedo, que pase revista a sus más vivos deseos no complacidos, a sus frustraciones profesionales o sociales, a la pérdida de sus seres queridos o al temor a quedar mal, a lo qué dirán, a hacer el ridículo o a perder el honor, a perder el puesto de trabajo, a la incertidumbre económica o el simple temor o miedo a la enfermedad y a la muerte. Es bueno tener conciencia de ello porqué es liberador.
Lejos de deprimirnos o dejarnos llevar por el mal humor vamos a celebrar el fin de año y el inicio del año nuevo con MÚSICA, como no podría ser de otra manera. La MÚSICA que expresa, como ninguna otra forma de arte, la alegría y el dolor humanos y que tanto nos hace disfrutar a los que tenemos la inmensa suerte de ser melómanos impenitentes.
Les deseo un año nuevo con paz, armonía y buena música.
Buenas noches.Voici que les jardins de la nuit vont fleurir.
Les lignes, les couleurs, les sons deviennent vagues;
Vois! le dernier rayon agonise à tes bagues,
Ma soeur, entends-tu pas quelque chose mourir?Mets sur mon front tes mains fraîches comme une eau pure,
Mets sur mes yeux tes mains douces comme des fleurs,
Et que mon âme où vit le goût secret des pleurs.
Soit comme un lys fidèle et pâle à ta ceinture!C’est la pitié qui pose ainsi son doigt sur nous,
Et tout ce que la terre a de soupirs qui montent,
Il semble, qu’à mon coeur enivré, le racontent
Tes yeux levés au ciel, si tristes et si doux!
Esta tarde he asistido al estreno de La Cenerentola de G. Rossini en el Gran Teatre del Liceu, que se ha desarrollado bajo el siguiente reparto:
Dandini: David Menéndez
Don Magnifico: Bruno de Simone
Clorinda: Cristina Obregón
Tisbe: Itxaro Mentxaka
Angelina: Joyce DiDonato
Alidoro: Simón Orfila
Iluminación: Albert Faura
Coreografía: Xevi Dorca
Dirección de escena: Joan Font (Els Comediants)
Dirección musical: Patrick Summers
Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu
Nueva coproducción Gran Teatre del Liceu/Welsh National Opera (Cardiff)/Houston Grand Opera/Gran Théâtre de Genève.
Al final, vítores y aplausos para todos incluido el director de escena Joan Font que salió a saludar en mangas de camisa y barriendo el escenario con una escoba a lo Cenicienta.
En fin, una velada agradable que, seguramente mejorará desde el punto de vista musical a lo largo de las próximas funciones.
Queridos blogueros operísticos,
Habrán observado mis pacientes lectores que no pongo vídeos de algunos cantantes que para algunos, quizás la mayoría, son o han llegado a ser la cumbre, la máxima expresión del canto.
Me refiero a cantantes de la talla de Montserrat Caballé, Luciano Pavarotti, Joan Suttherland, y quizá alguno más. ¿Cómo puede ser que Montserrat Caballé, una cantante señera, que ha cantado estupendamente, que ha hecho lo que ha querido con su voz gracias a una técnica impecable y que ha cosechado éxitos rotundos en todos los escenarios del mundo gracias también a la mística de unos agudos filados únicos, cómo puede ser, digo, que no me llegue ni me haya llegado nunca a emocionar ni un ápice, a pesar de reconocerle todos estos méritos? ¿Seré un bicho raro, una rara avis en el paisaje de la afición operística? Puede ser: nadie es perfecto, pero voy a intentar explicar el porqué de todo ello aún a riesgo de ganarme enemistades artísticas irreconciliables.
Siempre he dicho que para que un/una cantante me llegue debe de ser capaz de ponerme la piel de gallina en algún momento de su actuación. Es decir, que su interpretación sintonice con alguna “fibra sensible” que llevo dentro, o simplemente, que me llegue y me conmueva. ¿De qué sirve toda la técnica del mundo y toda la belleza vocal si este requisito “sine qua non” no existe? Cuando veo y oigo cantar un artista de estas características pienso “que bien lo haces pero que indiferente me dejas”. Caballé ha sido (y digo ha sido porque hoy día ya no es, aunque se empeñe en seguir siendo) desde el principio una cantante inteligente con un gran dominio técnico de la voz y una facilidad, no sé si natural o trabajada, para el filado más pulido y de sonido más perfecto que haya oído jamás. Su dominio del fiato ha sido también legendario: parecía que no respiraba. Pero ha tenido, desde mi punto de vista, dos defectos. El primero, la falta de pronunciación a partir de los medio-agudos y agudos y el segundo, el importante y casi descarado ahorro de medios durante el transcurso de la ópera de turno, reservándose para las arias o momentos más “importantes”. Este último hecho que seguramente no importa a la mayoría de aficionados, sí me importa mucho a mí y también a algún otro que, como yo, crea que la ópera debe ser cantada e “interpretada” desde la primera hasta la última frase.
Recuerdo un Trovador de los años 70 (¿Quizás en 1978?) en el Liceu, en el que Montserrat Caballé estuvo reservándose de manera muy visible durante toda la ópera para el aria del tercer acto que cantó con su estilo de “mística del filado” (que por cierto utilizaba cuando lo creía oportuno o le iba bien, no cuando “tocaba”) que levantó del asiento al público que literalmente rugía ovacionando a la ilustre soprano. Recuerdo que yo la aplaudía (era, desde luego, para aplaudir) pero pensaba “¿De qué gritarán tanto esta buena gente?” o bien “Qué bello sonido, qué filados, es el más difícil todavía, como en el circo”.
Esta misma sensación la he tenido con otros grandísimos cantantes: “Qué bien cantas, que voz tan estupenda, pero que frío me dejas”. Me ha ocurrido con Pavarotti y también con Suttherland, que cantaba con una perfección de sonido impecable “cómo una flauta” pero todo sonaba igual, ya fuera la Lucia di Lammermoor, la Fille du Régiment, Rigoletto o lo que fuera. Siempre la flauta perfecta dramáticamente inexpresiva.
Este tipo de cantantes en los que ha predominado la calidad de la voz y el dominio técnico por encima de otros parámetros (entre los que hay el fraseo, la dicción y la musicalidad más sutil unida a una expresividad dramática creíble) , tiene un tipo de público mayoritario y muy entusiasta pero también alguno (muy pocos) como un servidor que quedan indiferentes ante las habilidades técnicas casi circenses de sus protagonistas.
En las antípodas de este tipo de cantante están los reconocidos por mí como “grandes artistas” buen ejemplo de los cuales son Natalie Dessay, Virginia Zeani, Victoria de los Ángeles, Teresa Berganza, Carlo Bergonzi, Giuseppe Di Stefano, Plácido Domingo, Josep Carreras, la gran María Callas y un largo etc.
Les quiero hablar de una cantante en particular que quizás les hará entender qué espero yo de la ópera. Me refiero a Ángeles Blancas (ver foto), ésta, para mí, gran artista, no tiene quizás una técnica impecable, aunque sí suficiente, pero posee una capacidad interpretativa y de comunicación de sentimientos única. Cada frase, cada sílaba, diría yo, tiene un sentido. Fraseo, dicción y musicalidad van de la mano para ofrecer interpretaciones memorables, quizás discutibles, pero intensas en emociones que traspasan la sensibilidad del espectador hasta el estremecimiento. Me atrevería a decir “Arte versus Circo”.
I parte:
W. A. Mozart: Misero! O sogno… Aura che intorni spiriti, KV 431 (texto : anónimo)
Vincenzo Bellini: La ricordanza: Al udir del padre afflitto, de Bianca e Fernando. (texto: Pepoli)
Gioachino Rossini: L’esule (texto: Torre). L'orgia (texto: Pepoli). Deh! Trocate, d'Elisabetta, Regina d'Inghilterra.
Francesco Paolo Tosti: Ideale (text: Errico). Seconda Mattinata (texto: Cimmino). L'alba separa dalla luce l'ombra, de Quattro canzoni d'Amaranta (texto: D'Annunzio).
Reveriano Soutullo/Juan Vert: Bella enamorada, de El último romántico.
Amadeu Vives: Por el humo se sabe…. de Doña Francisquita
Gaetano Donizetti: Linda! Si ritirò, de Linda di Chamounix.
Queridos blogueros operísticos, ayer noche vivimos una verdadera apoteosis en el Liceu. Una de aquellas noches históricas que marcan época.
Juan Diego Flórez, tenor ligero ya bien conocido del público del Liceu ofreció un recital variado con una primera parte puramente belcantista que cantó con mesura, elegancia, buen gusto, fraseo claro, emisión prístina de la voz y con agudos brillantes y muy bien puestos. En esta primera parte la voz, todavía fría, sonó un poco blanca, como descolorida. El mismo cantante se quejó ante el público de un ambiente cálido y seco en la sala que le iba dejando sin voz, por lo que tuvo que interrumpir un breve momento el recital para beber agua y té y pedir al Teatro que aumentara el frío ambiental. También mandó retirar una flores del escenario que, por lo visto, debían afectar su aparato fonador. Fuera por lo que fuere, en la segunda parte la voz le sonó más coloreada y brillante. Cantó las canciones napolitanas de Tosti con emoción en el acento, dicción y musicalidad. Las dos arias de zarzuela fuero ejemplo de una buenísima prestación y lució su gracia belcantista en la última aria del programa: Linda! Si ritirò de la Linda di Chamounix de Donizetti.
Ante la lluvia de aplausos y vítores ofreció cuatro piezas fuera de programa. La primera La donna è mobile… de Rigoletto fue interpretada brillantemente con bromita incluida, en connivencia con el pianista, alargando el si natural final. Por cierto, déjenme decir que siempre he encontrado esta aria un tanto basta fuera del contexto de la ópera para la cual fue escrita, pero se ve que al público le encanta porqué fue ovacionada de manera apabullante. La segunda aria fuera de programa fue la celebérrima Ah, leve toi soleil… de Roméo et Juliette de Gounod que cantó de manera brillante y transparente con unos agudos realmente contundentes. La tercera aria Pour mon âme… de La fille du Régiment de Donizetti, la conocidísima aria de los nueve do, resultó un alarde de buen canto con voz brillante y los nueve do ejecutados con una perfección y seguridad inexistente hoy día en los escenarios. La respuesta del público fue tan contundente como el canto precedente, con unos bravos y ovaciones absolutamente desbordados. Para terminar ofreció una aria de la ópera Lucrezia Borgia de Donizetti, desconocida para mí, que no se canta normalmente en los escenarios, como bien indicó en sus palabras previas y que había sido interpretada por Alfredo Kraus. Resultó otro alarde de buen canto, emisión clara, musicalidad cuidadísima y coloratura ágil y contundente a la vez. Esta vez el público respondió puesto en pié y aclamando a Juan Diego Flórez como pocas veces he visto en el Liceu.
Al piano, Vincenzo Scalera estuvo, como siempre, excelente. Hace ya muchos años (quizás unos 25) cuando vi a Scalera por primera vez y fue como pianista acompañante en el Concurso de Canto Francesc Viñas. Ya me llamó la atención porqué se dejaba escuchar más y mejor que el propio cantante. Y es que los pianistas tan buenos como Scalera son un verdadero peligro para los cantantes mediocres pues estos quedan eclipsados por el arte de aquel. Pero cuando el cantante es de primera fila y logra tener un acompañamiento excepcional, la conjunción resultante es tremenda. Scalera hizo las delicias de los aficionados, como yo mismo, que apreciamos tanto al cantante como al pianista acompañante. Su prestación fue elegante y exquisita de principio a fin, pero déjenme destacar especialmente su inspiración creativa en las canciones de Tosti , repertorio que conoce a la perfección y que parece que haya sido escrito para él. Fueron desgranadas con un lirismo de elegancia excepcional que no he escuchado en otro pianista.
Recuerdo perfectamente, hace ya unos doce o quince años, un recital de Carlo Bergonzi en Madrid que fue retransmitido por televisión, en el que Vincenzo Scalera actuaba de pianista acompañante y estuvo realmente impresionante a lo largo de todo el concierto, pero recuerdo especialmente un Lamento di Federico de La Arlesiana de Cilea, con un grandísimo e inspirado Bergonzi. Esta aria ha quedado en los anales de mi memoria como una de las cumbres interpretativas absolutas y eternas.