
Esta noche he acudido al Liceu para el Requiem de Giuseppe Verdi que se ha desarrollado bajo el siguiente reparto:
Hasmik Papian, soprano
Luciana d'Intino, mezzosoprano
Josep Bros, tenor
René Pape, bajo
Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu con la colaboración del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana
Dirección musical: Enrique Mazzola
Siempre apetece oír una nueva versión del Requiem de Verdi, escrito por el compositor como homenaje al poeta nacionalista Manzoni fallecido un año antes del estreno de esta obra. Se trata, como saben, de un requiem "operístico" en el sentido de que la escritura verdiana para las voces mantiene los mismos criterios que para las óperas. Se trata de aquello tan repetido pero totalmente cierto de que para cantar el Requiem de Verdi se necesitan voces verdianas y, en este caso, no se trata de un simple pleonasmo.
Hasmik Papian es una soprano de voz lírica con cuerpo, quizás lírica-spinto aunque los graves no son suficientemente contundentes para ser considerada una spinto de verdad. Ha cantado con musicalidad, línea y fraseo, con unos buenos reguladores hasta el pianísimo. De todas formas, su prestación global no ha pasado de correcta.
La mezzo Luciana d'Intino ha cantado su parte "alla italiana" con una voz de buen timbre, segura en todo el registro y ha tenido el buen gusto añadido de no abrir los graves en demasía. Para mi particular gusto, la mejor de la noche.
Josep Bros ha cantado, como hace siempre, dentro de una exquisita corrección, con musicalidad precisa, elegancia y dicción clara, aunque para mi gusto ha estado frío, carente de emoción, sobre todo en sus esperadas partes como el "Ingemisco" y "Ostias".
El bajo René Pape ha estado, desde mi punto de vista, completamente fuera de estilo. No es un bajo verdiano para nada ni canta "alla italiana" y su prestación no ha pasado de discreta.
Para mí, la sorpresa ha sido Enrique Mazzola, que no conocía. Este joven director español ha hecho música "con mayúsculas". Quizás tiene un dirigir heterodoxo en la elección de tiempos, pero a mí me ha encantado. Este hombre es un verdadero místico que sabe hacer cantar los silencios, alterna tiempos vivaces con otros lentísimos pero siempre desde una gran sensibilidad musical. A pesar de que el sonido de la orquesta del Liceu es bastante mejorable, especialmente en lo referente a la justeza de la afinación de la cuerda baja, a pesar de todo, digo, ha habido momentos mágicos, silencios elocuentes, tempi lentísimos pero emocionantes. En fin, he disfrutado con este director, al que voy a seguir a partir de ahora. El coro de la casa reforzado con el Cor de Cambra del Palau de la Música, ha obtenido un buen sonido de conjunto a pesar de pequeños desajustes debidos, seguramente, a los pocos ensayos realizados.
P.S. Por lo que he oído, debo ser de los pocos o quizás el único que ha disfrutado con este director. Me es completamente igual. Me reafirmo en mi opinión y sigo diciendo que habrá que seguir a Mazzola. Se sale completamente del perfil de los directores actuales, tiene una acusada personalidad y una exquisita sensibilidad musical.