Fotos de Antoni Bofill.
Ayer tarde asistí a la representación de Manon correspondiente a mi turno de abono. Se desarrolló bajo el siguiente reparto:
El caballero Des Grieux: Rolando Villazón
El conde Des Grieux: Samuel Ramey
Lescaut: Manuel Lanza
Guillot de Morfontaine: Francisco Vas
Señor de Brétigny: Didier Henry
Poussette: Cristina Obregón
Javotte: Marisa Martins
Rosette: Anna Tobella
La criada : Claudia Schneider
El posadero : Lluís Sintes
Guardias: Jordi Mas, Gabriel Diap
Sargento: Leo Paul Chiarot
Arquero: Ignasi Campà
Jugadores: Miguel Ángel Currás, Josep Lluís Moreno, Ignasi Gomar
Dirección escénica: David McVicar
Dirección musical: Víctor Pablo Pérez
Antes de empezar, anuncio por megafonía de la indisposición de Natalie Dessay que, dicen, padece una faringitis, a pesar de lo cual cantará la función pidiendo la comprensión del público.
(¡Empezamos bien!) Dicho esto les explico un poco la puesta en escena. Espacio único con una gran anfiteatro al fondo desde el que el pueblo (coro y figurantes) contemplan la acción y aplauden o no ante los distintos acontecimientos. Este espacio único se convierte en lugares distintos gracias a la iluminación y a la presencia de mobiliario de quita y pon. La dirección escénica ha optado por respetar la época en la que figura la acción y el vestuario se corresponde con la época: siglo XVIII. La dirección de actores buenísima cuidando la acción al mismísimo pequeño detalle.
Natalie Dessay no pudo acabar la ópera. Su indisposición fue a peor. Creo que no sólo padecía una faringitis sino un cuadro catarral con traqueitis incluída y tos que se dejó oír en alguna ocasión. La voz le sonaba velada, algunas notas graves se rompían y debía hacer un gran esfuerzo para los agudos. Aún así cantó de maravilla. El aria “Adieu notre petite table…” fue interpretada con un sentimiento sobrecogedor. La actriz que lleva dentro estaba intacta y la conjunción de actriz-cantante llegó a puntos insospechados de compenetración e intensidad. Dessay se emociona de verdad cuando interpreta y de esta manera transmite al público un sentimiento que nadie, que yo sepa desde la Callas, ha llegado siquiera a vislumbrar. En el segundo acto, durante la escena del ballet, estuvo con la mirada perdida o llorando, tal como requería la situación dramática y, ni una sola vez miró a los bailarines. El ballet era muy vistoso, pero un servidor se estuvo mirando a la Dessay que hizo un recital de grandísima actriz. En el último acto fue substituida por la soprano albanesa Inva Mula que cumplió muy bien con su labor pero, siento decirlo, a años luz de Natalie Dessay.
Rolando Villazón en el papel de Caballero Des Grieux tampoco estaba al cien por cien. Tuvo algún problema en el registro agudo, pero su prestación fue intensa desde el punto de vista teatral y vocal. Cantó con total entrega y lució una vez más su bella y cálida voz de tenor lírico con aquel color oscuro tan interesante. Muy inspirado estuvo en el aria “En fermant les yeux…” que cantó a media voz y con gran sentimiento y en “ah fuyez douce image…” en la escena de Saint Sulpice, con alguna vacilación en el agudo pero también muy bien cantada.
Lluís Sintes estuvo muy bien en el papel del posadero. Otro cantante al que, creo, deberían ofrecersele papeles más interesantes.
Al final, ovación de gala para todos y muy especialmente para Villazón y Dessay que también salió a saludar y que se emocionó al oír el estruendo de los bravos que se le dedicaban.
Volveré a verla el 27 de junio y el 9 de julio (la última). Ya les contaré.
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