La causa puede recaer en una infección vírica o bacteriana o por parásitos, ya sea por su misma acción directa o por la acción de toxinas liberadas por el microorganismo en cuestión. Las toxinas también pueden encontrarse previamente en la comida. Estas toxinas provocan una alteración de la capacidad del intestino para regular la absorción y la secreción de sales y agua, produciendo diarrea debido a la inhibición de la absorción o a la estimulación de la secreción.
En general, las infecciones intestinales se adquieren por ingestión de agua o de alimentos contaminados o por contagio personal vía fecal-oral. La presencia de diarrea franca, y con más motivo si va acompañada de vómitos, puede provocar una deshidratación más o menos importante, con pérdida de electrolitos, causa de profunda astenia y motivo de cancelación de más de una actuación. El tratamiento consiste en guardar reposo, seguir una dieta astringente, medicación astringente, si hace falta, y rehidratación. Raras veces se hace necesario recurrir a los antibióticos.
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