30 años han pasado ya del fallecimiento de María Callas. Recuerdo perfectamente el día de su muerte y cómo me afectó la noticia. Los medios de comunicación nos dijeron que fue un ataque al corazón. Muchos años más tarde supimos que en realidad fue un suicidio. Desamor, soledad, depresión, parece que fueron las causas.
La soprano que ya fue un mito en vida, ha pasado, después de su muerte, a ser EL MITO de los aficionados a la lírica. A pesar de poseer una voz no precisamente agraciada, su manera de cantar, su musicalidad, su expresividad dramática y su poder de comunicación no ha tenido parangón en todos estos años. Ha habido y hay grandes artistas, pero ninguna, en mi opinión, ha llegado a la cima interpretativa de la Callas (quizás sólo Natalie Dessay, aunque con una voz mucho más ligera y distinto repertorio). Ha sido capaz de cantar en un mismo recital “Una voce poco fa…” del Barbero de Sevilla, de Rossini, con una voz juvenil, inocente, angelical, de niña de 16 años y, al poco rato, transfigurarse en Lady Macbeth, con un posado y canto de bruja maléfica que ponía la piel de gallina. No en vano, el mismo Verdi escribió que quería para Lady Macbeth una voz fea.
Creo sinceramente que si Verdi la hubiera podido ver y oír hubiera quedado del todo prendado de ella.
Para ilustrar este triste aniversario, he escogido este vídeo de Maria Callas, en uno de sus últimos recitales, cantando el aria “Suicidio” de La Gioconda de Amilcare Ponchielli. Su voz estaba ya claramente en declive pero su capacidad interpretativa estaba absolutamente intacta.
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